jueves, 21 de agosto de 2014

Panorama historico 1810-1860

La Generación del '37 estuvo formada por un grupo de jóvenes intelectuales universitarios argentinos durante el año 1837, cuyos principales exponentes fueron Domingo
Sarmiento, Juan María Gutiérrez, Esteban Echeverría y Juan Bautista Alberdi. Se caracterizaron por sus ideas políticas, muchas de las cuales las transmitieron
mediante sus obras literarias, influenciadas principalmente por el Romanticismo inglés y francés.
LITERTURA: Esta forma de escritura intelectual comenzó con El matadero de Esteban Echeverría, la primera historia local realista, además de su poema La cautiva
con las pampas como espacio. Su oposición al gobernador de la provincia de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, lo obligó a exiliarse.
IDEALES: Los románticos de la Generación del '37 se consideraban «hijos» de la Revolución de Mayo porque habían nacido poco después de su estallido. Sin embargo,
consideraban que eran los únicos capacitados para hacer progresar el país, y que tendrían que haber sido los «abuelos» de la Revolución. Se consideraban
contrarrevolucionarios ya que, aunque estaban de acuerdo con haberse independizado de España, no compartían cómo se había llevado a cabo dicha revolución.
En 1837, fundaron el Salón Literario, un lugar en el que se intercambiaban sus ideas sobre cultura, progreso y política.Uno de los objetivos de la Generación del '37 era el de poder encontrar los orígenes de los miembros de la generación, los cuales no los encontraban con la
llegada de los conquistadores al continente en 1492 sino en la Revolución, acontecida sólo veintisiete años atrás.
El romanticismo
Ideológico:
representó el deseo de libertad del individuo, de las pasiones y de los instintos que presenta el «yo», subjetivismo e imposición del sentimiento sobre la razón. El idealismo extremo y exagerado que se buscaba en todo el Romanticismo encontraba con frecuencia un violento choque con la realidad miserable y materialista,
lo que causaba con frecuencia que el romántico acabara con su propia vida mediante el suicidio. La mayoría de los románticos murieron jóvenes. Los románticos amaban
 la naturaleza frente a la civilización como símbolo de todo lo verdadero y genuino.
religiosos:
Las posturas románticas acerca de la religión son variadas. No obstante, en general la creencia no la fundan los
 románticos en ninguna norma establecida, en ninguna moral instituida, sino en un sentimiento interior y en una
 intuición esencial de lo divino que conduce a una unión mística con Dios. Lo que hay de esencialmente nuevo en la religión de los románticos, sobre todo en Alemania, es este sentimiento
interior. El intercambio o comunicación entre el individuo y el universo denota una vida superior, y la primera
 condición de la vida moral. La conciencia de pertenecer a un todo, de formar parte de él desde la propia individualidad,
 conlleva una responsabilidad moral.
Para todos los románticos no existe Dios fuera del mundo y del hombre, y debemos actuar motivados por el entusiasmo
 y el amor ("sintiéndose lleno de Dios", F. Schlegel), una comunicación directa entre el hombre y la naturaleza, el
 hombre y Dios, el Uno y el Todo.

 político: el Romanticismo significó una ayuda espiritual a su pueblo y buscó despertar la conciencia
de su tradición cultural frente a la opresión de las fuerzas de Napoleón.  El Romanticismo en Alemania instigaba a la
lucha e incluso literatos como Körner murieron en el campo de batalla
Es interesante, sin embargo, constatar que los románticos vieron que debía mantenerse una unidad entre el sentimiento
 personal y la acción social, entre la belleza natural y la preocupación por la cuestión política.

economico:
El contexto económico del romanticismo en España era de caos. En ese momento España no se unió al resto de Europa en el desarrollo industrial, sumándose
a ello la pérdida de Cuba que durante una corta guerra fue cedida a los EE.UU. El siglo XIX fue tremendamente turbulento para el imperio español en el contexto
del romanticismo. Hubo grandes conflictos políticos internos originándose la guerra entre los seguidores de Isabela II y los de Don Carlos María Isidro de Borbón
(heredero de la corona) que deja huellas en la literatura de esa época. El Romanticismo tuvo un carácter revolucionario incuestionable en una España sumida en el
caos económico.

-es.wikipedia.org
-http://www.poesias.cl/romanticismo.htm
-http://html.rincondelvago.com


Camila, Rut, Lucas, Ivan


jueves, 14 de agosto de 2014

                              

El beso de la mujer araña (1976) es una de las obras más célebres de Manuel Puig y una muestra clarísima del contagio entre el cine y la literatura. Si bien, el cine ha dejado una impronta en numerosas obras literarias del siglo XX, es aun más evidente en la ficción de Puig, dado que el séptimo arte era su pasión. De hecho, escribió varios guiones y El beso de la mujer araña fue llevada al cine en 1985 con el título Kiss of the Spider Woman.
El escritor argentino terminó esta novela desde el exilio durante una época de inestabilidad política y represión en su país natal y hasta fue prohibida durante los años 70 por la dictadura militar de Argentina.
El 24 de marzo de 1976 ocurrió lo que muchos esperaban: Isabel Perón fue detenida y trasladada a Neuquén. La Junta de Comandantes asumió el poder, integrada por el Teniente Gral. Jorge Rafael Videla, el Almirante Eduardo Emilio Massera y el Brigadier Gral. Orlando R. Agosti. Designó como presidente de facto a Jorge Rafael Videla. Dispuso que la Armada, el Ejército y la Fuerza Aérea compondrían el futuro gobierno con igual participación. Comenzó el autodenominado "Proceso de Reorganización Nacional".
José Martínez de Hoz fue designado ministro de Economía y, el 2 de abril, anunció su plan para contener la inflación, detener la especulación y estimular las inversiones extranjeras.
La gestión de Martínez de Hoz, en el contexto de la dictadura en que se desenvolvió, fue totalmente coherente con los objetivos que los militares se propusieron.
Durante este período, la deuda empresarial y las deudas externas públicas y privadas se duplicaron. La deuda privada pronto se estatizó, cercenando aún más la capacidad de regulación estatal.
Con ese clima económico, la Junta Militar impuso el terrorismo de Estado que, fuera de enfrentar las acciones guerrilleras, desarrolló un proyecto planificado, dirigido a destruir toda forma de participación popular. El régimen militar puso en marcha una represión implacable sobre todas las fuerzas democráticas: políticas, sociales y sindicales, con el objetivo de someter a la población mediante el terror de Estado para instaurar terror en la población y así imponer el "orden", sin ninguna voz disidente. Se inauguró el proceso autoritario más sangriento que registra la historia de nuestro país. Estudiantes, sindicalistas, intelectuales, profesionales y otros fueron secuestrados, asesinados y "desaparecieron". Mientras tanto, mucha gente se exilió.
    
La novela de Puig se trataba de dos reos sin nada en común solo que compartían la misma celda. Uno es Valentín, un revolucionario político y el otro es Molina, un homosexual acusado de corrupción de menores. Para pasar el tiempo, los reos se cuentan historias de sus películas favoritas, pero estas sinopsis también sirven como pretexto para hablar de sus propias vidas y conocerse más.
Detrás de estas conversaciones, está la policía que presiona a Molina a que saque información de Valentín sobre su grupo revolucionario a cambio de dejarlo a Molina en libertad. Para debilitar a Valentín, los guardianes de la cárcel envenan su comida. Molina está enterado de esto, pero por la amistad que se forja entre los dos presos, Molina lo cuida a Valentín cuando se enferma y hasta le ofrece su comida que no está envenada. La amistad se vuelve más estrecha y hasta llegan a tener relaciones sexuales.
Como Molina no revela nada sobre Valentín a la policía, ésta decide cambiar de estrategia y dejan a Molina en libertad para ver si se pone en contacto con otros miembros del grupo revolucionario de Valentín. Efectivamente, Valentín le pide dar un recado a sus amigos y la policía vigila a Molina. Al final Molina se muere en un tiroteo con la policía y a Valentín lo torturan.
         RELATOS DE LAS TORTURAS  
En esa época la homosexualidad no era muy aceptada y existían muchas creencias erróneas sobre la misma. En esta novela Molina, uno de los personajes principales, es hombre gay. Puig hace hincapié en este tema de la homosexualidad. Luego una psicoanalista danesa anima a los hombres y a las mujeres a abrazar lo masculino y lo femenino dentro de ellos y no suprimirlos para ajustarse a las convenciones sociales.
   
                                FINALMENTE
El miércoles 21 de julio de 1990 había sido internado en la Central Quirúrgica de Las Palmas por riesgo de peritonitis. Pronto tuvo que ser operado de urgencia de la vesícula. La intervención fue exitosa pero el cuadro
clínico fue desfavorable. Comenzó a delirar y debieron amarrarlo a la camilla.
En la madrugada del domingo empezó a tener problemas respiratorios y finalmente murió de un paro cardíaco.
En los meses previos había dejado de fumar por orden del médico y realizaba caminatas diarias. Pero la altura de México no le sentaba bien. También se tiene constancia de que mantenía sus cuidados en una clínica cercana a su casa para no estar lejos de su madre, pero tanto por cuestiones económicas como por disponibilidad de contactos, podía acceder a una atención médica de mayor calidad.
Su muerte trascendió rápidamente en los medios. Aunque había antecedentes de sus problemas cardíacos, la primera suposición pública fue que había muerto a causa de sida. Pronto se constató que Manuel Puig no era portador de VIH. Sin embargo, la certeza de este hecho ha sido puesta en tela de juicio en reiteradas oportunidades.
Al velatorio solo asistieron seis personas entre las que estaban su madre, sus amigos Javier Labrada y Agustín García Gil y su colega Tununa Mercado (quien se encontraba allí a razón de un coloquio al que debía presentarse en la ciudad de xalapa, en Veracruz.
Cuando se le pidió al embajador de Argentina en México, Jorge Abelardo Ramos, que pronunciara unas palabras por la muerte de Manuel Puig para los medios, él se limitó a explicar que no estaba al tanto de la muerte de un argentino con ese nombre. Sin embargo, trasladado el cuerpo al districto federal  para las exequias en la Sociedad de Escritores, el embajador se presentó y dio un discurso.
Los restos del escritor fueron trasladados a la Argentina en los días sucesivos y enterradas en el panteón de la familia Puig, en el cementerio de La Plata.